domingo, 5 de agosto de 2012

LA CIUDAD AL ANOCHECER


La ciudad viene a menos
como espuma en las olas,
da verdes convulsiones un neón
en una calle antigua y remolona.

La noche cae lenta, con astucia,
depositando su infinita bola
sin luz sobre tizones
de afirmadas farolas:
jalones encendidos no se cansan
de hacer continuas rondas.

Callado queda el gladiador vencido,
que, con daga apuntándole temblona,
suda en busca del sol
entre espectros de gente presurosa.

Como arrumbado caracol rodante,
se introduce en su concha,
le asusta la urbe ciega en las retinas,
su coraza se acorta;
empequeñece y duerme,
convertido en el dueño de las sombras.

            ©Copyright Antonio Macías Luna

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