jueves, 26 de enero de 2012

A LOS QUE NACIMOS

Nos turnamos llorando sin querer
buscando a nuestra madre en una cama
donde se multiplican existencias:
nuestras flores de loto con rocío,
con cálices de vidas reencarnadas.

Un fórceps se apodera de cabezas,
las extrae con la piel ensangrentada.
Y la traemos todos al nacer,
al menos quienes llegan a mostrarla.

Bendigo la prisión de unas tenazas.
Bien digo: ¡las tenazas de nacidos!,
las manos hábiles de la matrona,
que rasgan nueva carne de otra usada.
Bendigo sus minutos de labor.
Bendigo tantas horas de dolor.

                                                 Antonio Macías Luna
                                                (Derechos de autor)

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