domingo, 8 de noviembre de 2009

VIAJE POR NEUQUÉN


Hoy ingresé a Neuquén, páramo en Argentina.
Detrás dejé araucarias y pinares frondosos.

Hoy descubrí un semblante de tierra sin narices,
callado recorrido por betún en reposo;
por una carretera, símil de pista aérea
entre cerrillos bajos de terruños en polvo.

Hoy vi ovejas cansadas que morían por agua,
donde el batitú silba al planeo del cóndor;
por donde se desplazan unas reses cansinas
rastreando tras el gaucho su nutritivo apoyo.
Los pulmones vacíos se tragan aire ardiendo
destronado a la fuerza por desabrido soplo.

Las ruedas de mi coche, deslucidas por horas,
van trazando roderas en deleznable rostro,
en cerros maltratados por la carencia de lluvia,
donde trazan las sendas un dibujo monótono.

Llega el paseo errático de estrellas incipientes,
que hunden las mías fijas en matorrales hoscos.
Mis dos viajeras nómadas reman a ras, a oscuras,
por un Neuquén salvaje, por un camino inhóspito.
En la noche nacida resuelvo dar la vuelta,
de regreso hacia el Chile quebrado y montañoso.

Digo adiós a Argentina mientras cruzo la linde.
Detrás dejo Neuquén con salitre en los ojos.


A. Macías (Zapala, Argentina)
(Derechos de autor)




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