Desde el puente de Guacolda
veo una suave humareda,
tumbada en medio del río,
que cubre el cauce de niebla.
Encima de la nube caída
un cielo de malva pesa.
El ambiente del paisaje
un frío polar despierta,
y el Cautín busca sin pausa
el vapor que se despliega.
Muy cerca veo rociar
espumas, rizos que intentan
peinarse contra corriente;
roen la piel de las piedras,
como corchillos que flotan,
entre murmullos de protesta
ante el empujón del agua
con voz que sólo a mí llega.
A. Macías
(Derechos de autor)
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