lunes, 19 de octubre de 2009

DEBAJO DE UN PALTO

Sobre un cordón de hormigas revoltosas

unos gorriones en un palto cantan.

El desgarrado escudo al sol de Chile

enseña en el jardín sobre las tapias,

racimos de ampolletas como peras

que me hacen evocar a la granada,

sangriento fruto de mi pueblo oriundo

en un vergel de claridad lejana

en el rostro cuadrado,

en el semblante cálido de España.


Habla el aire con rayos;

con su tibieza desmedida manda

un pedazo de horneado sentimiento,

que se posa en la curva de mi espalda.


Con el “no” de la lluvia,

el césped cada tarde se desgasta

en lujuria de tierra enfebrecida

e incrementa sus ansias.

Un pelotón entumecido en hierba

un revoltijo ensambla

con hilos retorcidos de talluelos

que luchan por el agua;

se enmarañan en rizos laberínticos

unas hojillas secas y humilladas.


Se agitan unas sombras

errantes como patas de una araña;

son pasos de una pluma

con mis puntas de dedos como garras.

Mientras dedico versos al azul,

un estandarte esférico me ampara.

Me acerca el viento olor a sequedad,

a rosas y fragancias.

Mientras esparzo ideas de la mente,

se cruzan espadañas,

reflejos evocados

de andaluzas campanas;

cristales con repiques luminosos.


Miro hacia abajo, al suelo,

y en madeja de hilillos se desata

la hierba, recorrida por las ciegas

hormigas como azogue en desbandada.


Miro hacia arriba, al cosmos,

y en él se pierden multitud de ramas

con redondeados verdes refrescándose

al ritmo de una acompasada marcha.



A. Macías

(Derechos de autor)

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