sábado, 15 de agosto de 2009

AL RASGARSE LAS NUBES

Al rasgarse las nubes,

se agarran a sí mismas en jirones.

Locomotoras viejas se despiden

evocando vapores,

efluvios de metálicas calderas

que no arden ni de día ni de noche.


Un nuevo sol da forma,

sin mecánicos golpes,

a la espina dorsal de los tejados,

rendida a sus azotes.

Calladamente llega

a arriar el horizonte:

la plataforma delatora en grises

del suelo de los hombres.


Trabaja con pausada pesadez

a punto del desplome

encima de unos seres destrozándose,

revolviéndose como cachalotes,

entre algaradas de la humanidad,

acostumbrada al son de los cañones.



A. Macías

(Derechos de autor)

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