viernes, 3 de octubre de 2008

SE ME PEGA EL SALITRE

Se me pega el salitre, hermanado en el polvo,
como granos de sal en mi expresión amarga;
restos fosilizados de tu amor que se fue
por caminos borrosos en la pampa,
trozos que gasta el viento
como las tejas rotas de la casa.

En mí dejaste arena caliente de un desierto,
y encendiste las ascuas
de mordaces vivencias
con el aire callado que dejó atrás tu marcha.
No es así la promesa que me hiciste
cuando llegó el verano una mañana.

Miro ese llano gris, que me devuelve un punto
donde empieza el arroyo seco de mi esperanza;
tu caudal que hace poco bullía con pasión,
ansioso de mis aguas.
No te ve mi mirada, en su afán por hallarte;
mis pupilas te trazan,
te esculpen con cincel armado de ceguera
en la costra vacía de la llanura ingrata.

En el atardecer me parece atisbar
una figura blanca,
un espejismo suave,
al que me aferro en vano,
que se convierte en nada.

Mis ojos, levantando cada mota de polvo,
no se llenan de ti, y en la anchura lejana
sólo veo el sendero de tu adiós,
sólo veo el salitre de la pampa.

A. Macías (de "Versos que empujan desde el alma")
(Derechos de autor)

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