Inquietamente se hace real el crepúsculo.
La jornada adelgaza,
alivia el peso de la luz ante su partenaire,
la noche ansiosa.
Tiemblan con sílabas fugaces
las hojas de un damasco columpiando palabras:
insonoro mensaje sobre ecos visuales.
Se mantiene en acecho la sombra agazapada,
espera a las campanitas fogosas,
y el eriazo del cielo,
un pétalo gigante, afloja y calla;
sin color se entristece.
Un silbo aciago en danza de perfumes
rima coplas al vidrio polvoriento:
el troquel defensor de la ventana.
Por fin cae el crepúsculo sin fuerza,
que, tras ser enterrado por estrellas,
oscurece en su tumba acostumbrada.
Sobre el damasco yerto
yace un cadáver huérfano de sol,
con impaciencia de resurrección,
y sueña que mañana
volverá a ser luz otra vez.
© Antonio Macías Luna
Villa Alemana, 1 de febrero de 2011
jueves, 22 de diciembre de 2016
EL CREPÚSCULO
Etiquetas:
intimismo,
naturaleza,
verso libre
Publicado por
Antonio Macías Luna
a las
23:36
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