sábado, 25 de diciembre de 2010

AL ESTERO MARGA-MARGA

Hasta el Pacífico hirviente imagino
el verdín anodino
de tu estancada alberca,
desvencijada y terca.

Manojos de algas lánguidas
urden tejidos que en marrones hacen
de tu lecho un teatro donde nacen
historias de larguísimas escenas.

Te veo fluir, calmoso Marga-Marga,
como un lagarto astuto
de anochecida piel:
reptil con una abrupta y densa carga
que hace honor a tu lícito atributo
de irrelevante hiel.

Mientras te alejas, diluïdo en penas,
hacia un exilio azul entre condenas,
no te oigo respirar
por el verdusco césped que te cubre.

Con tu corte insalubre,
oh, rey, al serpentear
entre orillas de antiguas cunas de oro,
avanzas muy despacio, metro a metro.
Al fin cavas un túmulo en el mar
y hundes en él tu despintado cetro.

A. Macías
(Derechos de autor)

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