sábado, 7 de noviembre de 2009

EL SUEÑO Y LA MUERTE


Mezcla de respeto y temor da verte,
con la vida meciéndose en tu pecho,
mientras el rostro grave apunta al techo
y se presenta, en cambio, dulce e inerte.

El sueño se asemeja a nuestra muerte;
la carne yace inmóvil en el lecho
criando raíces como un verde helecho
que se levanta al cielo, sano y fuerte.

Existe una notable diferencia:
el sueño temporal, mientras perdura,
al final nuestro espíritu relaja.

El sueño eterno, con su inclemencia,
se enseñorea por la sepultura,

y, sin despertar, nuestra piel se aja.



A. Macías (Castilblanco, España)
(Derechos de autor)

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