domingo, 8 de noviembre de 2009

CAMPOSANTO


Tapias de nívea cal y de cemento
limitan el corral de un camposanto
a los compases de un silbar, que a canto
y lodo encierra el salmo de un lamento.

Se escucha la cancela de un mugriento
pilar en luto que chirría espanto.
Sobre el oro del suelo, bajo el manto
azul germina el arrepentimiento.

Junto a un ciprés cerril trepa la hiedra,
que deja en soledad nombres inciertos;
La mañana respira olor a paz

que desprende el gusano pertinaz. 
Mientras madura el sol de abril la piedra,
las flores vivas mueren con los muertos.

A. Macías (Castilblanco, España)
(Derechos de autor)

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