lunes, 5 de octubre de 2009

A UNA PIEDRA PESADA

Erguida ante la sombra de una tapia,

preparas una cama sobre el césped.

Tus pensamientos crean minerales

para ofuscar al sol en el celeste.

Es difícil dormir como tú bajo

la oda del tordo, su gritar alegre;

no achicharrarse en el calor diurno,

en la cantera de tus redondeces.


Firme sobre pies planos,

enseñas tu figura con relieves.

Dejas lucir desdibujados frunces

en la pared de tu avanzada frente.

Obsequias horas de estupor al tiempo

sobre tu blando asiento de pesebre

con pesadez, con sinrazón obtusa,

con aflicción de interminable muerte.


Sobre tu cumbre llana

y en tus faldas raídas por vertientes

machacan hojas de maíz resecas,

fanáticas amigas de los verdes;

esclavas de la brisa vespertina,

flecos que junto a ti en murmullos mueren

desprendiéndose en ángulo plegados,

en puntas de alfileres.


Siento, aunque no me creas, tu interior;

me llega un pulso lánguido y latente.

Un hálito se acerca a ti y a mí:

viento de campos donde corren liebres;

donde te ganan en veloz carrera

los años que en redor de ti se mueven.

Cuando apaguen las sombras tu estatismo,

escaparás de mí para no verte.



A. Macías
(Derechos de autor)

2 comentarios:

  1. Interesantes letras...
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  2. Ha sido un placer pasar por tu blog
    Te invito a conocer 2 de los mios también.

    Rossana

    ResponderEliminar