Veo vestirse de ocre el labrantío,
que despide en verano a la cosecha,
cuando en la cumbre el medio día acecha
con su candil de inagotable brío
Veo extenderse libre el caserío,
a placer. desplegando por la estrecha
orilla muros en chispeante mecha,
que tiemblan contemplándose en el río.
¿Ves morir el verdor en la llanura,
que con alud de fuego el sol aplasta?
Así me hablan tus ojos, con dulzura,
pero a mi ansioso corazón no basta;
pide, cuando la noche se inaugura,
ese mirar que enciende y que devasta.
A. Macías (Derechos de autor)
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