sábado, 18 de abril de 2009

LAS ROSAS DE MIS AMORES

Frescas crecían con vigor mis rosas
en los tallos esbeltos;
un suave aroma despintaba el aire
en espacios abiertos.
A la caricia del color, las flores
lucían con espléndidos destellos
y, en atuendo burlón de carnaval,
de amor me hicieron preso.

Tras agotar olores,
las reinas de abril fuéronse muriendo;
en agonía lenta
no me daban más besos.
Al morir cada una de las rosas,
me atravesaba un doloroso acero.
¡Oh, flor que nace y muere!,
cáliz que, indiferente, suelta pétalos.

Extasiado por límpidas fragancias,
las bellas con pasión, sin desaliento,
mimé al calor de soles,
sin importarme los espinos cruentos.
No me hirieron sus dardos;
me hirieron corazones traicioneros
hasta abrirme en canal
con llamaradas de abrasante fuego.

Ah, si el dragón del silencioso olvido
las quemara en su aliento,
mi alma descansaría en lecho suave,
en cenizas de un horno de recuerdos.

¿Valdrá la pena esperar?, me pregunto
mientras cojo con lástima los pétalos.
¿Vendrá un amor distinto
que restaure las reinas de mi huerto?
Despertando al preludio de mi otoño,
con suerte brotarán rosas de nuevo.

A. Macías
(Derechos de autor)

1 comentario:

  1. Hola Antonio

    Me llamo Mariló y he sabido de tu blog por otra persona de aquí de Sevilla.

    Permite que te felicite, he disfrutado mucho de tus reflexiones, porque un poema no deja de ser un momento del autor.

    Siempre es el instante de una sensación.

    Enhorabuena, me gusta como escribes.

    Un abrazo

    ResponderEliminar