Qué hermosa es la palabra, qué bien suena
en alta voz y en un suspiro, incluso
de modo soez, con negligente uso,
en los calores de una charla amena.
Tener de sílabas la boca llena,
con un lenguaje diáfano o confuso,
es don divino para el hombre obtuso
cuando la lengua libre no le frena.
Con su vasta sapiencia, el Hacedor
nos deja convivir con animales,
con sus gritos de fieras y en corrales;
pero humanos que hablan con primor
a menudo nos llenan de estupor
al gruñir más que los irracionales.
A. Macías (poema publicado en "CELAJE DE ESPEJISMOS")
(Derechos de autor)
en alta voz y en un suspiro, incluso
de modo soez, con negligente uso,
en los calores de una charla amena.
Tener de sílabas la boca llena,
con un lenguaje diáfano o confuso,
es don divino para el hombre obtuso
cuando la lengua libre no le frena.
Con su vasta sapiencia, el Hacedor
nos deja convivir con animales,
con sus gritos de fieras y en corrales;
pero humanos que hablan con primor
a menudo nos llenan de estupor
al gruñir más que los irracionales.
A. Macías (poema publicado en "CELAJE DE ESPEJISMOS")
(Derechos de autor)
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