mostraba la mañana un rictus flojo;
el rocío anidaba entre unos pinos
con sudores clavándose en los troncos.
Fui a romper bordados en la orilla,
a traducir mensajes de otro cosmos.
Poéticas, seducían en concierto
espumas de olas con repique sordo.
El agua se extendía en mil centurias
por un desierto vítreo y sin abrojos.
La arena, sílice abismal de nieve,
se tragaba mis pies cansados, hondos,
y, al acercarme a límites distantes,
se alejaba el camino de retorno.
¿Por qué de mí escaparon las palabras?
¿Cómo yo, comandante y viejo lobo
de lenguas, ninfas escuché que a Ulises
trataron de engañar con voces de oro?
Mis palabras guardó una caracola,
las enterró en un submarino pozo.
Inundados, sin frases mis pulmones,
los peces me bebieron sorbo a sorbo.
© Antonio Macías Luna
V. Alemana (Chile), 7 de febrero de 2018
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