¿Quién podría pensar
que yo sería dueño en este mundo
de tan vasto encinar,
fausto vergel de mi quehacer fecundo?
¿Quién podría siquiera imaginar,
al ver la luz mis ojos decadentes
que me haría versar
la solemnidad de estas imponentes
encinas que soportan la borrasca
y ven caer de hermanos la hojarasca?
Les dedica mi tinta, en bello esbozo,
salmos puros y castos.
Bajo ellas los pastos
mueren y nacen ante mi alborozo.
A. Macías (Poema compuesto en Castilblanco, Sevilla, en 1999)
(Derechos de autor)
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