lunes, 20 de julio de 2009

NO DISTINGO EL SOL DE LA SOMBRA

No distingo el sol de la sombra,
ni el avellano de la ortiga.
Sólo percibo lo que el bosque
me pone por delante.

Siempre tropiezo con los cardos
que crecen en la vida,
puntas de acero que me hacen
saltar cuando me encuentran.

Que me dejen con mi aflicción,
que me dejen con mi placebo;
la hiel de amargor que me cubre
como un cielo sin firmamento.

Que curen solas mis heridas,
que no se me desangre el alma.
Aunque golpeen mi vasija,
aunque sea de greda frágil,
procuraré que no se quiebre.

A. Macías
(Derechos de autor)

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