miércoles, 3 de diciembre de 2008

MUJER

Mujer, has conseguido hervir mi sangre,
has reforzado el flujo de mis venas,
has abierto las puertas de mi vida
ante un tapiz de girasoles gualdos
que arden en la mañana de mi noche.

Reina de mis miradas,
norte de mis pupilas,
brújula de mis ansias,
fruta madura que ante mí se muestra
carnal y apetitosa,
con candor de mañana cristalina.

Las estrellas de nuestras manos lanzan
chispas cuando se unen.
Con tus excavadoras de ojos brunos
tu bienvenido amor
abre una zanja con rosales blancos,
un sendero sin hojas otoñales.

Camelia desprendida por el viento.
Golondrina viajera,
no continuaste el vuelo;
paralizaste tus pequeñas alas,
te detuviste en mi hombro;
me susurraste melodiosos trinos,
que antes me habían sido denegados.

Ave viajera, hiciste un alto en ruta
una noche de invierno,
en Chile, en una playa
sobre mi mano, inesperadamente,
para construir en mí tu nido eterno.
Te convertiste en arrecife argénteo,
bello bastión bajo aguas luminosas.

Cuando caminas, vienes a mi encuentro.
Cuando me miras, arde un sol de estío.
Cuando hablas, estás dándome tu aliento.
Mi sangre es nueva, es tuya;
mi líquido vital rejuvenece
gracias a tu venida inesperada,
gracias a tu ágil vuelo magistral.

A. Macías
(Derechos de autor) (poema emitido por Una Noche Inolvidable de Radio Sentidos, Buenos Aires)

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