viernes, 31 de octubre de 2008

TÚ LA ALEGRAS EN MI AUSENCIA

Cautín, caudal de aguas y rocas,
eres mi mejor amigo.
Pasas de largo ante mí,
del Imperial notable hijo.
Aspirante malogrado
eres de araucano Nilo,
a pesar de tus esfuerzos,
no diste con el camino
y te arropaste en tu padre,
sin alcanzar el Pacífico.

Tú la alegras en mi ausencia,
con rumor de amable río,
cuando no está junto a mí
para darme sus suspiros.
A ella, que es toda mi vida
y el sustento de mi espíritu,
la cortejas sin parar
con las notas de tus himnos
y le esparces en los pies
los pétalos de tus lirios.
Con las invernales lluvias,
llegas soberbio y crecido
y en tus orillas renacen
piedras negras en estío.
Se estira en tu cauce mi alma,
busca en tu margen un sitio,
en la tuya, cuyas ondas
me hablan de nostalgia y frío.

En sueños cruzo un jardín,
un manto de flores piso
tras unos labios de ardor,
tras amorosos suspiros,
que me enajenan del mundo
y ponen mi cuerpo en vilo.

Cautín de plata opalina,
que con tus brillantes filos
redondeas las espaldas
de guijarros blanquecinos,
continúa, sigue hablándole,
dile susurros y mimos.
Mientras yo no esté con ella,
dile te quiero al oído.

A. Macías
(Derechos de autor)

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